martes, 14 de abril de 2009

Códices en versículos digitales.

Fuente: El Mundo, 14/04/2008 (Elena Soto).
Si alguien le hubiera dicho al Rabino Moisés Arragel de Guadalajara, autor de la Biblia de la Casa de Alba, traducida del hebreo al castellano, que seis siglos más tarde sus páginas serían leídas en cualquier lugar del mundo a través de una caja de imágenes, a buen seguro que el sabio hebreo pensaría que se trataba de una entidad maligna que buscaba ofuscarle. Evidentemente, nadie le vaticinó tal cosa, pero la realidad es que su capitulo 1, versículo primero del Génesis: «En el prinçipio / crió el señor los / çielos & la tierra /», puede leerse a través de una pantalla de ordenador, tanto transcrita paleográficamente como en el manuscrito original, datado entre 1422 y 1430. En una consulta en línea de esta misma entrada pueden leerse también las versiones de los códices conocidos como E3 y E4, abreviaturas que se corresponden a dos bíblias del Monasterio del Escorial fechadas alrededor de 1425, y que, junto con la de Alba, son los tres ejemplares que contienen este fragmento de entre la docena de traducciones bíblicas medievales al castellano que todavía se conservan.
A este corpus digital, compuesto por unos cinco millones de palabras y unas 16.000 imágenes, se accede a través del portal www.bibliamedieval.es, creado por un equipo de filólogos de la UIB, dirigido por el profesor Andrés Enrique Arias, y en el que pueden consultarse todas las traducciones bíblicas medievales al castellano temprano, conocidas como romanceadas. La web ofrece además eficaces herramientas de búsqueda, ya que su diseño facilita que cualquier usuario pueda consultar y contrastar todas las versiones en paralelo.
«Uno de los aspectos más interesantes de las traducciones bíblicas medievales –explica Enrique Arias– es la posibilidad de disponer de varias versiones del mismo contenido compuestas en diferentes épocas. En la Biblia el texto siempre es el mismo y esta circunstancia facilita el estudio de la variación y el cambio lingüístico a lo largo del tiempo».
Pero a pesar de todas estas ventajas, todavía no se ha realizado un estudio sistemático de la lengua de las traducciones bíblicas al castellano. Y de estas 12 traducciones medievales de la Biblia cuatro –las conocidas como Escorial 5, Escorial 6, Biblia de Ajuda y Biblia de Évora– son inéditas. El proyecto Corpus digitalizado de textos bíblicos en español antiguo, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, comenzó a desarrollarse en el año 2004, tras solicitar a todas las bibliotecas donde están depositados los códices originales que microfilmasen cada una de sus páginas; posteriormente, todo este material se digitalizó y se transcribió.
Durante cinco años, un equipo de investigadores internacional se ha dedicado a trabajar en este proyecto. Así el profesor Mark Davis ha diseñado la base de datos y la interfaz web; y un grupo de alumnos de Filología de la UIB ha colaborado en la transcripción paleográfica de los textos, es decir, literal, manteniendo el original sin correcciones, ni actualizaciones. Una tarea ardua, ya que las páginas de algunos de los manuscritos, sobre todo los realizados en papel, presentaban partes del texto deterioradas o casi perdidas.
El papel, más económico que el pergamino, comenzó a utilizarse para los códices desde el siglo XII, pero este nuevo material, mucho más delicado, exigía que se realizaran mezclas de tinta muy bien calibradas, ya que el exceso de algún compuesto deterioraba el papel. Las tintas se solían elaborar a diario y nunca solían quedar iguales.
Corpus
Aunque durante la Edad Media estuvo prohibida la traducción de la Biblia a lenguas vulgares, existen al menos 12 manuscritos con versiones de textos bíblicos romanceados. Todos ellos, digitalizados, pueden consultarse en esta web.
El más antiguo, situado a finales del siglo XII o comienzos del XIII, es La fazienda de ultramar, que narra un itinerario de Tierra Santa en el que se insertan numerosos pasajes del Antiguo Testamento traducidos directamente del hebreo. También de principios del siglo XIII datan unos fragmentos de los Salmos traducidos del latín al castellano y descubiertos recientemente por el profesor Pedro Cátedra. Ambos ejemplares se conservan en la Biblioteca Universitaria de Salamanca.
Otros manuscritos del siglo XIII son los E6 y E8, conocidos como Biblia prealfonsina. El primero está compuesto por 358 folios en pergamino y el segundo por 236 folios en papel. Estos dos volúmenes son traducciones de la Biblia Vulgata, e incluyen también el Nuevo Testamento. Un caso curioso es el de la Biblia alfonsí, incluida en la Grande e general estoria, de Alfonso X el Sabio. Se trata de una traducción de libros bíblicos de la Vulgata, unos resumidos y otros ampliados, que se encuentran repartidos en cuatro manuscritos distribuidos por diferentes lugares: dos en la Biblioteca Nacional de Madrid, otro en la Pública de Évora y un cuarto en la Biblioteca Apostólica Vaticana.
En el resto de códices –cuatro biblias del Escorial, la de Ajuda, la de Évora, la Biblioteca Nacional de Madrid, la de la Real Academia de la Historia y la de Alba, además de una Miscelánea del XV– las traducciones están realizadas, en su mayoría, a partir del hebreo por rabinos judíos, aunque sus destinatarios eran los nobles cristianos.
Un códice excepcional es la Biblia de Alba (1422-1430), actualmente en el Palacio de Liria, traducida por el rabino Moisés Arragel, la única de la que conocemos su autor y las circunstancias en que se escribió. Este libro, que fue encargado por Don Luís de Guzmán, Maestre de la Orden de Calatrava, al citado rabino, viene precedido por un extenso prólogo en el que se transcriben las cartas de la negociación del encargo y las justificaciones del traductor por la versión que pensaba realizar.